El 15 de Septiembre del 2014, Odile, Huracán categoría 3, tocó tierra cerca de Cabo San Lucas a las 4:45 UTC con vientos de 205 km/h, empatando al huracán más fuerte registrado en Baja California Sur. Casi 7 años más tarde, a 6 días del aniversario de Odile, durante la mañana del 9 de Septiembre del 2021, fuertes lluvias y ráfagas de viento cubrieron Cabo San Lucas, Protección Civil notificó que el huracán Olaf iba directamente Los Cabos, y tocaría tierra en la noche o durante madrugada del 10 de Septiembre. Anunciado inicialmente como huracán de categoría 1, Olaf ganó fuerza durante su marcha, tocando tierra ya como categoría dos.
Olaf golpeó tierra cerca de San José del Cabo a las 10:00 p.m., vientos máximos de 155 kph, con lluvia de 13 cm a 15 cm de agua, llegando hasta los 38 cm de profundidad en algunas partes.
Al rededor de las 6:00 a.m. del 10 de Septiembre la lluvia cesó, el viento fue mitigando durante la noche, conforme Olaf continuaba su marcha al nor-oeste sin mirar atrás. Aquellos que pudieron conciliar el sueño se levantaron de sus camas para reunirse con los que admiraron los vientos que sacudieron la ciudad, juntos salen a apreciar cómo quedó.
Después de inspeccionar sus alrededores, con una mirada firme, en calma, escogen un buen lugar para empezar a limpiar y poner las cosas en orden.
Parece que nos estamos haciendo buenos en esto.
Desafortunadamente.
Llegadas las 10:00 a.m. ya mucho estaba recogido. La mayoría estaban terminando de arreglar sus cosas, preparando sus negocios para seguir como si nada. En general había desorden por aquí y por allá. Algunas ramas caídas frente la mayoría de los establecimientos, un poco de tierra en las calles, agua por trapear debido a goteras.
Los pocos daños mayores y las estructuras caídas eran techados o palapas que por lo general no se llevan bien con el viento.
De Vuelta a la playa.
El mar se encuentra sorprendentemente cristalino, limpio y calmado. De alguna manera, algunas cosas no cambian.
Desde las 10:30am, la playa parecía haber sido exentada por la tormenta, la única evidencia de su paso son las palapas mojadas y las personas que aun limpiaban lo poco que hacía falta. Algunos con arañas, otros con recogedores improvisados para cernir la arena.
Hay algo que parece una aradora, parece que debe ser arrastrada por un torro, solo le falta el yugo, ausente, pero con agarraderas, tirado por hombres, por los meseros de los restaurantes a la orilla del Médano, emparejando la arena desplazada mientras el mar encarnaba la danza de la tormenta.
Tirando, felizmente, debo destacar. Hombres arando, palando, felizmente.
Y así las cosas vuelven a la normalidad. Como si nada, ya hay niños en la playa jugando, perros cucando el mar, y palomas blancas toman vuelo.
No es por decir que no pasó nada. No es por decir que una tormenta no es problema. Hemos aprendido a respetar a las tormentas. Hemos aprendido a recuperarnos. El paraíso es mucho menos frágil de lo que uno se imaginaría. Y aquello que fue afectado se arregla y se atiende de inmediato, incluso con una sonrisa.
Y como si nada a las 11:00 a.m. Isabel Restaurant & Bar está a toda capacidad, hasta con fila a la entrada.
Las calles están limpias de escombros gracias a El Municipio de Los Cabos, que siguen limpiando, hay algunos charcos, y para los planean salir a divertirse en la noche, estoy feliz de reportar que la caja roja de lamina icónicamente conocida como El Squid Roe no se vió afectada.
Llegado el medio día siento que me he ganado comer algo. La Poblanita está llena, pero aun queda una mesa para tres. Me alegra ver lleno de familias que salieron a desayunar. Parece que estamos de vuelta a la normalidad.